08.Una perrita hambrienta de su ama bipolar

-¿Cómo vas con ella?- una voz masculina se escucha en la habitación al ver que Darius entraba.

-Todo va de maravilla- en un tono orgulloso responde.

-¿Tanto la amas?- su compañero de habitación preguntaba en un tono neutro.

-Claro…en esto del amor no importa el medio para obtenerlo pero si al final se tiene habrás ganado, y en mi caso así va-

-Jugar con eso no te llevara a nada bueno…-

-No estoy jugando, la amo tanto que por eso lo hago-

-Espero no termine mal todo eso…-

-Se tratar a las damas, no acabara mal-

-Espero te creas lo que dices-

-Tu confía y veras que la chica me amara como yo a ella- y finalizo su conversación para seguir con otros temas mientras Darius enviaba el mensaje de donde y a qué hora se vería mañana con Elisa, como era de esperarse Iris estaba escuchando y se quedo algo confundida pero era obvio que dijo que amaba mucho a Elisa, tal vez le tenga preparado algo y por eso fue aquella platica, aparte con solo estar con ella siendo de una clase baja ya era una contradicción a sus principios pero si no le haría daño estaba bien, dejaría que anduviera con él pero eso no significaba que lo dejaría de observar.


-Espero la ames tanto como dices o como entendí…- cruzada de brazos y yendo hacia cualquier otro lado que no fuera cerca de esa habitación, Iris divagaba en sus pensamientos mientras se alejaba.

-Esto no significa que te la dejare, también la quiero y quien la conquiste más se la quedara como has dicho “no importa el medio pero si la tienes al final habrás ganado” aunque eso implique despojarla de tus brazos-


Mientras tanto en el salón de química, no solo Iris era la confundida en esos momentos…


La pequeña observaba confundida los ingredientes que su ama había sacado.

Por último saco dos copas de cristal en las cuales comenzó a servir vino, le dio una copa y ordeno que la tomara toda; había terminado de beber el vino de la copa cuando Rebecca le indico con el dedo que se acercará un poco y sin previo aviso vertió su copa entre sus pechos, dejando que cayera por su cuerpo. Bajo del sillón. Inclinándose frente a ella para beber de su cuerpo; el vino estaba frio que Elisa no pudo evitar temblar un poco al sentirlo recorrer de entre sus pechos a su demás cuerpo.

-No está de más decir que tu sabor es…embriagante- decía suavemente mientras tomaba aquel liquido rojo mientras Elisa solo tenía cerrados los ojos con fuerza y sentía como su cuerpo se iba calentando a causa del éxtasis del momento.

-Insisto en que tu cuerpo tiene un sabor peculiar, me pregunto si como postre tendrás ese toque de sabor inocente-

Su víctima se encontraba sentada en el suelo, temblando un poco aun ya que por el ambiente frio no le favorecía estar mojada de vino. Rebecca la recostó y ordeno que cerrara los ojos, como era de esperar no opuso ninguna resistencia ni tampoco hizo pregunta alguna para obedecer, cuando la mayor comenzó a cubrir sus pechos y parte de su abdomen con crema batida y para hacerlo más “divertido” puso una fresa en cada pecho mientras las cubría con un poco de chocolate al igual que cubrió del frió jarabe de chocolate su cuello, ahora ya estaba lista para disfrutar de su postre.


La menor seguía sin abrir los ojos, solo sentía los ingredientes en su cuerpo de los cuales solo pudo identificar el chocolate por su olor.

-Puedes abrir los ojos si lo deseas-

No se imaginaba ser un postre humano en cuanto alcanzo a ver lo demás que tenía en el cuerpo pero seguía un poco confundida pero en cuanto comenzó a lamer lentamente desde su abdomen para arriba comprendió que iba ser “su postre”. Subió hasta llegar a sus pechos y quitar de una menara sexy las fresas, perfectamente sentada e inclinada frente a la pequeña comenzó a lamer la crema batida de sus pechos, en verdad lo estaba disfrutando, era la primera persona con la que decidió hacer eso. Elisa solo sentía la tensión de esperar cuando acabara, el sentir el frio chocolate caer lentamente por su cuerpo y las mordidas que Rebecca le daba dejando un poco rojos sus pechos; se acerco a su cuello para lamer el chocolate mezclado de inocencia, pareciera que la despojaba de su inocencia a lamidas. De nuevo queriendo marcar su cuerpo mordió con mayor intensidad que la vez anterior cuando solo le dejo una pequeña marca, la estaba lastimando demasiado que Elisa no puedo evitar dar un sonoro quejido de dolor pero Rebecca pareciera que no le intereso y persistió un poco más hasta sentir su cálida sangre estar en su lengua y labios, separándose satisfecha relamiendo sus labios manchados de chocolate y pequeñas manchas de sangre, la pequeña se llevo la mano al cuello y retrayendo su cuerpo tratando de contener las lagrimas.


-Si quieres llorar, llora, no me incomoda- cruelmente e indiferente su ama al decir aquello pero el escuchar eso contuvo mas aquellas ganas de llorar que comenzó a convertir el simple dolor en un dolor placentero, estaba adaptando su cuerpo a sentir placer en vez de dolor al recibir ese tipo de trato, tenía que hacerlo si Rebecca seguía lastimándola.


Aun con la mano en el cuello volvió a su posición de antes y su ama comenzó a probar todas aquellas partes que no había probado aun, todo lugar donde el chocolate y la crema batida hubieran llegado pero su víctima ahora solo sentía aquello como cosa de nada, el dolor de la mordida cesaba lentamente.


Al acabar de saborear se limpio la boca con la mano mientras veía impotente a su mascota, recostada de nuevo con el cuerpo en posición fetal mojada de diferentes fluidos.


-Ese es el aspecto que debes de tener, al fin y al cabo…solo eres mi mascota, la única que importa que mantenga una buena apariencia soy yo- relamiendo sus labios nuevamente. Elisa no le dirigía la mirada, una lágrima había salido.


-¡Obsérvame!- tiro de la correa y observo sus lágrimas

-No llores- beso sus lagrimas y la abrazo, confundiendo más a la pequeña, primero había sido la peor de las tiranas ¿y ahora esto? Definitivamente estaba empezando a pensar que Rebecca era bipolar o algo por el estilo, ahora si tenía que usar el collar de tela como la otra vez para cubrir la herida o marca que le dejara aquello, sería muy inoportuno que Darius lo viera justo en su primera cita, al pensar en eso recordó que esperaba un mensaje de él, tal vez ya habría llegado pero tenía que checarlo en un lugar donde Rebecca no la viera.


-Es solo una marca de que eres solo mía pequeña perrita- acariciaba su cabello esperando a que cesaran sus lagrimas.

-¿Será así hasta que me gradué?-

-No lo sé, por ahora las cosas son así- para ahorrarse el responder más preguntas la besó. Antes de culminar aquel beso, Elisa besó el cuello de su ama por inercia, esta se dejo, no afectaba en nada que su niña quisiera más placer, le encantaba ser deseada por sus víctimas, después de todo se lo había dicho anteriormente.

-Ama…deseo tocarla, déjeme tocarla- sorprendió un poco a la otra con aquella petición pero acepto, la pequeña lujuriosa besaba su cuello, lamia y metió la mano dentro de su blusa para masajear sus pechos.

-Tócame más pequeña…tócame- gemía Rebecca abrazada a su cuerpo. No era necesario que le dijera que la tocara mas, esta lo haría de todas formas, bajo la falda de Rebecca y tocaba su intimidad por sobre la ropa interior haciendo que su ama gimiera por más y pegándola más a su cuerpo.

-¿Qué esperas?, hazlo ya- jadeando cerca del oído de la pequeña para que la penetra con los dedos. Empezó a penetrar rápidamente con dos dedos, su intimidad estaba muy mojada que era fácil, continuo con 3 mientras observaba la cara de completo éxtasis de Rebecca, esa imagen la excitaba más, la mojaba más de lo que ya estaba y era demasiado, no pudo evitar masturbarse al igual que como le hacía a ella. Solo sus labios estaban juntos, se besaban con tanta pasión, una pasión sin amor, ambas lo sabían.


-Ya…casi…más rápido- obedeciendo sin queja alguna como siempre acelero pero su compañera la subió al mueble para quitar su mano y empezar a estimularla con la de ella, ambas tocándose y besándose, pareciera que se amaran, ambas sabían donde le gustaba a cada quien hasta que llegaron al clímax y acabaron en sus manos.

-No te conocía esa habilidad con las manos- respirando agitadamente y sin recibir respuesta, Elisa solo se levanto de encima del cuerpo de su compañera y lamio sus dedos.

-Sus fluidos son exquisitos- era la primera frase que hacia ruborizar a Rebecca por parte de un juguete suyo. -¿Desea más, mi ama?- se le hacía raro que no le pidiera tocarla y que solo le hubiera dado caricias a ella, con eso lo había “compensado”.

-No sé si pueda más- agarrada de su mano, antes de ordenar el salir se le ocurrió bañar su intimidad en chocolate -¿quieres postre perrita?- abriendo sus piernas ante su rostro, ruborizo a la otra, haciendo como si no le gustaba hacer “aquello”.


-Se que deseas mi intimidad y más con un sabor dulce- la respuesta fue una perrita sexual hambrienta lamiendo el chocolate de su sexo.

-Mmmh~♥- Rebecca disfrutaba como nunca, con la mano entre los finos cabellos de su mascota, la cual lamia ¿felizmente? su “postre”.


-¡Ahí, ahí!- indicaba en cuanto lamio la parte más sensible de su intimidad.

“Delicioso…en verdad, exquisito” era todo lo que pensaba Elisa en ese momento, que hasta olvido que tenia novio, no esperaba el momento en el que se viniera en ella. Realmente se estaba volviendo adicta a ese sabor “exótico” que solo una mujer puede tener.


-Creo que me… ¡me…vengo!- enterró mas su mano entre los cabellos. Termino en el rostro de la pequeña, relamió sus labios y mantuvo su distancia.

-Eres estupenda, no sé de donde aprendes todo esto- levantándose del sillón, indicando que era hora de irse. Ambas se empezaron a vestir para salir del aula.


Elisa en el fondo no sufría tanto como aparentaba, le gustaba tocar el cuerpo de su lujuriosa ama, los celos que sentía eran hacia las manos y labios de las pequeñas, que podían tocarla y besarla. Elisa agarro un gusto extraño a tocar su cuerpo desde la primera vez que lo hicieron en la bodega. El de Rebecca ha sido el único cuerpo que ha tocado y probado, le bastaría con probar otro cuerpo para comprobar que simplemente le gusta tocar, no le importa quien sea, ella quiere tocar y besar un hermoso cuerpo de piel blanca que esté totalmente a su merced o el ser tocada por finas manos femeninas, solo una mujer sabe mejor como hacer sentir bien a otra…


Esta vez hasta tuvo que pedir el poder tocarla y fue más dolor del que imagino, aun así trataría de no ser tan sumisa a sus órdenes, puede que descubra que no sufre tanto como Rebecca lo piensa, piense lo que piense así está bien.


En la habitación Rebecca estaba en la ducha, lo cual le dio oportunidad a Elisa de checar su celular, ya tenía el mensaje.


“Te veo en el jardín a las 11 a.m, no importa cuánto tardes en llegar, esperare lo que sea necesario. Te amo”


Solo porque no podía responder no lo hizo, abrazo el celular y espero a que su compañera saliera para bañarse e ir a dormir para esperar su cita el día de mañana.


-Dejo una marca notable- viendo su cuello en el espejo, -espero si lo tape el collar…- lo acaricio y siguió esperando.

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